Investigando en internet sobre los efectos que tiene la belleza en las personas, encontré a Karen Dion, una de las pioneras en las investigaciones de belleza. Fue profesora en la universidad de Toronto y realizó un experimento relacionado con este tema. El experimento se basaba en mostrar a un grupo de adultos fotografías de dos niños de 7 años que, en un principio, habían realizado trastadas como piarle la cola a un perro o molestar a sus compañeros. Perolo realmente curioso fue como influyó la apariencia física en las decisiones de los adultos.
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¿Podemos confiar en nuestro juicio al vincular bondad con belleza? Este estudio revela un prejuicio común, señalando nuestra inclinación implícita a relacionar estas cualidades. Sin embargo, ¿es esta correlación válida? De hecho, la forma en que se ve alguien no revela mucho sobre atributos tan importantes como la sabiduría, la amabilidad, la capacidad de ponerse en el lugar del otro, el sentido del humor, la inventiva o la sinceridad.
No obstante, nuestros cerebros, influenciados por un extenso periodo de desarrollo biológico, tienden a buscar y reconocer ciertas características. En tiempos antiguos, tener una cara bonita o simétrica era señal de buena salud y capacidad de tener hijos, aspectos vitales para sobrevivir en la era glacial.
Pero en la actualidad, donde estas señales no son críticas para la supervivencia, la relevancia de este sesgo parece ser menor .No obstante, aún nos enredamos en la trampa de unir lo atractivo con lo positivo.
Tras asimilar la información sobre este estudio, me quedé reflexionando en la gran cantidad de elecciones que tomamos a diario basadas en los juicios superficiales. Desde la primera impresión en una entrevista laboral hasta la forma en que valoramos los actos de alguien que no conocemos en la vía pública. Nos recuerda que es vital explorar más allá de lo evidente.
La belleza es una estrategia evolutiva, sin embargo, nuestros lazos sociales esenciales, como la amistad, el amor y el respeto, se construyen en bases más profundas. Quizá si prestamos atención a estos prejuicios, podamos construir un mundo en el cual valoremos menos lo externo y más lo que realmente sabemos.
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